
Actualmente en Venezuela y en consecuencia de diversos cambios estructurales que ha venido sufriendo el país a lo largo de los años, se ha generado un tema que ahora llama a la reflexión y este no es más que la “Sociedad del Conocimiento”, cuya base no es la producción física de bienes sino la producción, distribución y utilización de información y conocimiento.
En este orden de ideas, surge dentro de la Sociedad del Conocimiento, nuevas demandas para los distintos grupos e instituciones sociales, y para la universidad en particular. Esto quiere decir, que aunque la universidad siempre ha actuado en función del conocimiento, los acelerados cambios científicos y tecnológicos que ocurren en el mundo contemporáneo, le exigen cambios en sus parámetros o funciones sustantivas como; docencia, investigación y extensión, de manera que pueda responderle a la sociedad que la hace posible.
En efecto, el avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones han tenido profundas consecuencias para la educación, para la producción de los conocimientos y para las instituciones que las hace posible: las universidades. En definitiva, la instauración de un orden mundial telemático y comunicacional, aparece como el elemento clave en la emergente Sociedad del Conocimiento, en donde el elemento cognitivo se ha convertido en el factor económico más importante de la producción en la economía de la información, hasta el extremo, de considerarlo como el factor esencial en el desarrollo económico y social para el progreso de los pueblos, desplazando a la tierra, el capital y el trabajo, como principales elementos. Es por esta razón que se considera que las universidades deben redimensionar los espacios para la producción, difusión y transferencia del conocimiento, además de acometer reformas estructurales que resuelvan problemas de tecnología, globalización, acceso y participación, así como considerar nuevas formas de enseñanza y aprendizaje.
Dentro de este tema, la consideración de la cooperación se convierte en un elemento necesario en los procesos de interacción entre Universidad y las Empresas, además de favorecer la eficacia y eficiencia de estos procesos, a través de la generación y transferencia de conocimiento, contribuye a mejorar la imagen y la percepción social de la Universidad, debido a que la cooperación siempre se percibe de una manera positiva por parte de la sociedad y, en consecuencia, la cooperación del esfuerzo académico redundará en una mejora de su apreciación social. En este contexto, las actividades de las universidades, y específicamente de los centros de investigación deben darse a partir de un nuevo modelo de desarrollo, de tal forma que pueda generarse conocimiento científico y tecnológico asimilable por el sector empresarial y cubrir la demanda que este sector requiere dentro de los cambios estructurales que se están produciendo. De este modo, sustentado en la teoría de mercado, el conocimiento generado se convierte en un producto final incorporado al mercado. Visto así, el conocimiento se vuelve producto, es decir, un bien o servicio que se comercializa, que se vende y se compra como cualquier otro producto del mercado.
Entonces, se considera, que tanto las universidades como las empresas deben abocarse a gestionar, de manera eficiente, el conocimiento, de tal forma que como instituciones, conviertan el conocimiento individual en conocimiento organizacional e interorganizacional, y se constituyan entonces, en parte del proceso que se orienta a la construcción de una verdadera sociedad generadora de conocimiento.
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