
Un paradigma es un conjunto de reglas que rigen una determinada disciplina. Estas reglas se asumen normalmente como verdades incuestionables, porque son tan evidentes que se tornan transparentes para los que están inmersos en ellas.
Es así, como las alteraciones provocadas en el mundo del trabajo por la Revolución Industrial en el siglo XVIII, tienen su contrapartida en las grandes transformaciones ocasionadas hasta bien avanzado el siglo XX por la producción en serie y, en las décadas de este último, por la llamada producción flexible. La primacía del factor humano en la producción llevó a buscar su mayor rendimiento, destacándose los aportes de Frederick Taylor con su organización científica del trabajo, y de Henry Ford con la línea de montaje, lo que desde entonces se conoce como el modelo taylo-fordista o la producción en serie. El llamado taylorismo cuya dinámica constituye el telón de fondo para estudiar la organización de la producción en serie, y más allá, contrastar los cambios y transformaciones que se han venido produciendo en el mercado de trabajo.
Esta caracterización permite que se revele la manera como se conceptualiza el recurso humano en la fase de internacionalización del modelo industrial capitalista desde el punto de vista de la eficiencia, del funcionamiento de las economías industriales y del marco en que se insertan las relaciones laborales. Es sabido que en esta manera de producir, la eficiencia y la productividad están íntimamente relacionadas y, según la teoría clásica, dependen de la utilización cada vez más especializada de los recursos, lo que llevó a una creciente división del trabajo y cualificación del trabajador.
Según los más optimistas, las nuevas tecnologías nacen y crean empleos, para otros destruyen puestos de trabajo; para el sociólogo Manuel Castell, ni crean ni destruyen empleos, los transforman, dependiendo del uso que le den en las empresas. Estas tecnologías atraen nuevos cambios, los cuales parecen ser positivos, pues al mismo tiempo que el trabajador está en un continuo aprendizaje, incrementa su calificación; su aportación al proceso productivo es importante toda vez que su participación es más efectiva por la conformación de equipos de trabajo. Para otros, el trabajador con trabajo flexible va a la deriva, de un lugar a otro, de un empleo a otro, sin poder desarrollar relaciones duraderas, siempre con la sensación de un permanente comenzar.
Lo que se vive hoy son permanentes cambios paradigmáticos, en la educación, la economía, los negocios, las empresas, la política. Es decir un permanente cambio de las reglas. Los que se anticipan a los cambios son los innovadores, aquellos que empiezan cuestionando los paradigmas. Se concluye entonces, que ante tal impacto parece necesario plantearse la revisión del mercado de trabajo con medidas a largo plazo con el fin de proteger los derechos de los trabajadores, sobre todo de aquellos que no tienen un empleo estable, una ocupación específica y una organización determinada.
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